La figura
del Emprendedor emerge con fuerza, casi necesaria, en el panorama
económico actual. Las cualidades del Emprendedor tienen alto valor para
forjar cambios. Si bien esta figura surge del sector
privado y ha
conseguido crear riqueza en los países que se facilita su actividad, estos
métodos que emplea podría aplicarse para obtener beneficios
sociales. Nos
referimos a los “emprendedores sociales”.
Según la
definición empleada por la Fundación Schwab para el Emprendedor
Social (Schwab Foundation for Social Entrepreneurship)...
"Los emprendedores sociales impulsan la transformación e innovación sociales en varios campos, que incluyen educación,
salud, entorno y desarrollo empresarial. Para poder atenuar la pobreza son
necesarias la combinación de herramientas eficaces, como la
determinación del emprendedor, los métodos de gestión empresarial y la audacia
para innovar y superar las prácticas tradicionales. El
emprendedor social de forma
análoga es un hombre de negocios, construye organizaciones fuertes y
sostenibles sin ánimo de lucro, o bien con el objeto de obtener beneficios que
puedan percibidos por la sociedad”.
Las empresas
sociales también desarrollan actividades comerciales y son capaces de
crear riqueza para
conseguir objetivos humanitarios, y por tal razón debe considerarse una
empresa. Deben ser solventes y mantenerse por sus propios medios. Compaginar su
labor social y su balance económico.
Si pensamos
en el emprendedor social y en el empresarial vemos en ellos las mismas características tenacidad,
creatividad, ambición y desenvoltura en situaciones de incertidumbre. Y cuando hablamos del
emprendedor social nos referiimos
a instituciones como sindicatos, ong’s, cooperativa o un club
deportivo. Son estructuras que parten de la propia sociedad civil y de sus
inquietudes. El surgimiento de estas empresas e instituciones reflejan el
tejido sano de una sociedad y su capacidad emprendedora y de desarrollo.
El emprendedor y su creatividad abren caminos, nuevas
perspectivas y visiones de una misma sociedad y una misma economía. La suma de emprendedores asemeja
a un cruce de caminos que forman autopistas que llevan a lugares nuevos y
diferentes. Una gran red que se retroalimenta de nuevas ideas y proyectos
sociales que a su vez impulsan proyectos económicos. Los emprendedores son
necesarios en tiempos de cambio. Vislumbran nuevas posibilidades
de negocio, crecimiento y desarrollo social. El
emprendedor pretende diseñar un nuevo tejido social abierto, innovador y
resistente en un contexto
global como el actual ávido de nuevos modelos.
Como bien
especifica un artículo de la Harvard Business Review “Una alianza para el cambio
global”...“Las empresas hoy tienen la oportunidad de colaborar
con las organizaciones ciudadanas para afrontar grandes problemas que ningún
grupo ha podido resolver por su cuenta. El poder de estos acuerdos proviene de las fortalezas
complementarias de los participante. Las empresas ofrecen dimensión, conocimiento de la producción y
financiación. Los emprendedores sociales aportan redes sociales
fuertes y un conocimiento profundo de las comunidades”. La combinación perfecta.
Sin embargo,
para que la figura del emprendedor sea una realidad en acción es preciso que se de un factor
imprescindible, la alquimia entre libertad y desarrollo. Va mucho más allá de las
conexiones constitutivas. Las capacidades que tienen las personas para
conseguir estos logros están bajo la influencia de las oportunidades
económicas, las libertades políticas, y las facilidades sociales, de salud y la
educación además del cultivo de las iniciativas. En este contexto sólo las
sociedades libres facilitan el desarrollo de las capacidades de sus
ciudadanos, entre los
que está la capacidad emprendedora que impulsa el desarrollo
social y económico.
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