Y segunda,
entender de “qué tipo de animal” estamos hablando cuando
hablamos de empresas y emprendedores sociales. Este punto es importante, porque no es posible crear
empresas (y también empresas sociales) si no hay quien invierta capital en
ellas y, lógicamente, espere obtener algún tipo de retorno a su inversión.
Por ello, si
parece claro que las aportaciones públicas a “fondo perdido” han pasado a mejor
vida y que de lo que hablamos es de empresas… De ahí la pregunta: ¿de qué
hablamos cuando hablamos de empresas y emprendedores sociales? Ahí van algunas conclusiones:
1. Hablamos de empresa. Hablar de empresas significa hablar
de accionistas, y de una estructura de la propiedad y unos órganos de gobierno
definidos en torno a un Presidente, a un Consejero Delegado y a un Director
General. Hablar de empresas significa también hablar de un sistema de toma de
decisiones unitario y centralizado en la persona de principal órgano ejecutivo.
En decir, no
hablamos ni de fundaciones ni de cooperativas, donde la propiedad está
repartida, los órganos de gobierno y la toma de decisiones se realiza
generalmente a través de votación democrática.
2. Hablamos de empresa sostenible. Empresa sostenible es aquella que es
capaz de tener un modelo de negocio viable (o sostenible) en el medio y largo
plazo. Es decir, aquella que define un plan de negocio, genera ingresos, y es
competitiva porque ha sido capaz de satisfacer una necesidad en el mercado a
través un producto o servicio por el que sus clientes pagan un precio de
mercado.
3. Hablamos de empresa sostenible con un fin
social. Las empresas
sociales son aquellas que tienen como principal objetivo cubrir una necesidad
que ayude a la inclusión social o a favorecer el uso eficiente de los recursos
naturales. En concreto, podríamos decir que:
- En
las economías menos desarrolladas podríamos pensar que las
empresas sociales tienen como objetivo, entre otros, cubrir necesidades básicas
vinculadas a la sanidad, la educación, el acceso al agua y su salubridad, la
agricultura y la ganadería no industrializada en zonas rurales… Hablamos de
cómo las acción de las empresas sociales con estos fines puede ayudar a reducir
las brechas económicas (ricos Vs. pobres), geográficas (rurales Vs. ciudades),
tecnológicas (conectados Vs. no conectados); y de capacitación (formados Vs. no
formados).
- En
las economías desarrolladas, aquellas que se definen bajo
la idea del estado del bienestar, las empresas sociales pueden tener como
objeto social apoyar la cultura; proveer servicios a las personas
discapacitadas, mayores o en riesgo de exclusión; sistemas de recogida de
residuos y protección del medioambiente; plataformas de crowdfunding… Y todo
ello sin descartar empresas dirigidas también a promover la inclusión social.
4. Y, por último, hablamos de ánimo de lucro. Hablar
de lucro es hablar de ganar dinero. Otra cosa distinta es decidir qué se hace
con el lucro. Una
empresa social puede decidir el mix ideal para repartir su lucro, mix que puede
incluir aspectos como la retribución al capital; reinversión en la propia
compañía para incrementar su potencia social; crear o a fortalecer tejido
social en zonas desfavorecidas; crear proyectos sociales estrictamente
filantrópicos, etc. Pero eso es una decisión de la propia compañía.
Estas son
las principales consecuencias del debate. Quizá no
todo el mundo coincida con este planteamiento, pero, quizá también, sea el más
eficiente y práctico. Lo que
parece claro es que los fundos públicos destinados a la inclusión social o a
favorecer el desarrollo van a ir reduciéndose progresivamente, por lo que los
modelos de financiación a “fondo perdido” no serán sostenibles (viables) en el
medio plazo. Por eso, creo, hay que reinventar el modelo, un modelo basado en la empresa, en
la empresa sostenible, en la empresa con impacto positivo en la sociedad y en
la empresa que sea capaz de ganar dinero… y repartirlo mejor.
Fuente: Diario Responsable.
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