Una persona puede recurrir a los encantamientos como un recurso más pero tener encanto es cuestión de naturalidad y de eso es de lo que están hechos los líderes y por eso se les sigue. Porque en ellos se confía, porque tienen principios, son íntegros, son capaces y les avalan sus resultados.
Un joven consultor político afirmaba con rotundidad "El candidato ha de ser natural. El candidato ha de tener las manos abiertas porque así se muestra sincero" lo terrible de esta afirmación no es tanto el consejo en sí, sino el hecho de que en ese estilo de comunicar lo que cuenta es el hecho en sí de que el candidato no ha de ser sincero o sincera, sino que simplemente debe parecerlo. En la comunicación los hay que no buscan la verdad sino la verosimilitud. Cuando este consultor recomendaba ser natural esto no es posible si no es de verdad. No se puede ser sólo con hacer.
La falta de naturalidad, que luego explicaremos qué entendemos por tal, inunda y abunda en empresas, partidos, contamina relaciones y perjudica procesos incluso. Un directivo de una empresa de corte industrial preguntaba en un cursillo de formación tratando el cómo afrontar conversaciones difíciles: ¿qué hago cuándo una persona en mi despacho se me echa a llorar? Otro de los participantes respondía de manera instantánea y con grandes dosis de sentido común 'ofrecerle un pañuelo'. Más sencillo y más natural imposible.
Ante los compañeros de trabajo y los colaboradores, especialmente con los jefes, las relaciones son más fluidas si son naturales. Natural no es espontáneo, natural no es forzado. Lo natural es de uno y de su esencia. Tiene que ver con los comportamientos pero sobre todo con las esencias.
Las personas actuamos artificialmente cuando nos olvidamos de nosotros mismos y de nuestra condición para dejar de ser nosotros e interpretar un papel que nos fagocita. Nos dejamos vencer por la artificialidad de nuestro papel cuando dejamos de ser nosotros y actuar como nosotros lo haríamos. Decimos de algunos jefes que no parecen personas y que no nos tratan como tales. Uno actúa y es forzado cuando no responde a su personalidad y no trata a los demás como personas. Resulta frecuente la imagen, incomprensible por otra parte, del recién ascendido en una organización que de un día para otro decide ataviarse con la corbata como sí de esa manera quedase más clara su nueva posición.
Las personas somos espontáneas cuando somos nosotros pero desgraciadamente no tenemos en cuenta al resto de la situación. "Yo digo las cosas como las pienso y si gustan bien y si no, también". Cuando uno dice las cosas como las siente, es demasiado impulsivo, no tiene en cuenta la situación en la que se encuentra y sobre todo no tiene en cuenta a los demás. Tampoco se trata de arrollar.
Las personas somos naturales no solo cuando nos comportamos con naturalidad sino, sobre todo, cuando de verdad, somos naturales. Puede parecer redundante y hueco pero no lo es en absoluto. Se trata de ser fiel a uno mismo pero adaptándonos a la situación y parte esencial de las situaciones son las personas con las que tratamos.
El profesor de retórica clásica y poética latina Adelino Cattani comentaba en su libro "Expresarse con acierto" la diferencia entre encanto y encantamiento. El encantamiento es ese truco, las artes y mañas con las que conseguimos encantar a los demás. El encantamiento es la receta fácil que nos da un cortísimo recorrido. El encantamiento es como el conjuro del brujo. El encanto, por el contrario, es algo que se posee, se cultiva, se tiene, pero difícilmente se puede transmitir como si se tratase de un consejo o una receta. Una persona puede recurrir a los encantamientos como un recurso más pero tener encanto natural es cuestión de naturalidad y de eso es de lo que están hechos los líderes y por eso se les sigue. Porque en ellos se confía, porque tienen principios, son íntegros, son capaces y les avalan sus resultados.
La pregunta, recurrente, de sí un líder nace o se hace, para mi tiene una respuesta. Un líder nace y sobre todo se va haciendo poco a poco.
Coda: las manos abiertas son síntoma de sinceridad cuando las palmas están hacia arriba no de frente y por otra parte cuando los dedos están juntos no cuando, a modo de gesto tenso o violento, están separados unos de otros y totalmente tensos y estirados. Encanto 1- encantamiento 0.
La falta de naturalidad, que luego explicaremos qué entendemos por tal, inunda y abunda en empresas, partidos, contamina relaciones y perjudica procesos incluso. Un directivo de una empresa de corte industrial preguntaba en un cursillo de formación tratando el cómo afrontar conversaciones difíciles: ¿qué hago cuándo una persona en mi despacho se me echa a llorar? Otro de los participantes respondía de manera instantánea y con grandes dosis de sentido común 'ofrecerle un pañuelo'. Más sencillo y más natural imposible.
Ante los compañeros de trabajo y los colaboradores, especialmente con los jefes, las relaciones son más fluidas si son naturales. Natural no es espontáneo, natural no es forzado. Lo natural es de uno y de su esencia. Tiene que ver con los comportamientos pero sobre todo con las esencias.
Las personas actuamos artificialmente cuando nos olvidamos de nosotros mismos y de nuestra condición para dejar de ser nosotros e interpretar un papel que nos fagocita. Nos dejamos vencer por la artificialidad de nuestro papel cuando dejamos de ser nosotros y actuar como nosotros lo haríamos. Decimos de algunos jefes que no parecen personas y que no nos tratan como tales. Uno actúa y es forzado cuando no responde a su personalidad y no trata a los demás como personas. Resulta frecuente la imagen, incomprensible por otra parte, del recién ascendido en una organización que de un día para otro decide ataviarse con la corbata como sí de esa manera quedase más clara su nueva posición.
Las personas somos espontáneas cuando somos nosotros pero desgraciadamente no tenemos en cuenta al resto de la situación. "Yo digo las cosas como las pienso y si gustan bien y si no, también". Cuando uno dice las cosas como las siente, es demasiado impulsivo, no tiene en cuenta la situación en la que se encuentra y sobre todo no tiene en cuenta a los demás. Tampoco se trata de arrollar.
Las personas somos naturales no solo cuando nos comportamos con naturalidad sino, sobre todo, cuando de verdad, somos naturales. Puede parecer redundante y hueco pero no lo es en absoluto. Se trata de ser fiel a uno mismo pero adaptándonos a la situación y parte esencial de las situaciones son las personas con las que tratamos.
El profesor de retórica clásica y poética latina Adelino Cattani comentaba en su libro "Expresarse con acierto" la diferencia entre encanto y encantamiento. El encantamiento es ese truco, las artes y mañas con las que conseguimos encantar a los demás. El encantamiento es la receta fácil que nos da un cortísimo recorrido. El encantamiento es como el conjuro del brujo. El encanto, por el contrario, es algo que se posee, se cultiva, se tiene, pero difícilmente se puede transmitir como si se tratase de un consejo o una receta. Una persona puede recurrir a los encantamientos como un recurso más pero tener encanto natural es cuestión de naturalidad y de eso es de lo que están hechos los líderes y por eso se les sigue. Porque en ellos se confía, porque tienen principios, son íntegros, son capaces y les avalan sus resultados.
La pregunta, recurrente, de sí un líder nace o se hace, para mi tiene una respuesta. Un líder nace y sobre todo se va haciendo poco a poco.
Coda: las manos abiertas son síntoma de sinceridad cuando las palmas están hacia arriba no de frente y por otra parte cuando los dedos están juntos no cuando, a modo de gesto tenso o violento, están separados unos de otros y totalmente tensos y estirados. Encanto 1- encantamiento 0.
Fuente: Página web madridmasd.
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