En las últimas semanas el mensaje de la mayoría de responsables políticos y económicos europeos, salvo los alemanes, se centra en denostar la austeridad y el calendario de ajuste de los déficits públicos, y en apostar por el crecimiento.
Por austeridad se entiende reducir los gastos de las Administraciones Públicas, de tal manera que se rebaje el nivel de déficit público. Al recortar los gastos de las AA.PP. se produce, en un primer momento, una inevitable contracción del crecimiento, tanto más intensa cuanto más drástico sea el ajuste en el gasto. Una relajación del calendario de reducción del déficit público permitiría un descenso más suave del crecimiento económico (PIB), pero a cambio de aumentar la deuda pública y de solicitar financiación adicional por la cuantía en que se incremente el déficit.
Es difícil que alguien no esté a favor del crecimiento, pero los mensajes que se lanzan anteponiendo crecimiento a austeridad carecen de credibilidad. Si se entiende por crecimiento más gasto público, sólo tendremos crecimiento efímero a costa de un incremento de la pesada losa de la deuda pública. El absurdo “Plan E” (Plan de Estímulo de la Economía y el Empleo) sólo sirvió para enterrar 8.000 millones de euros en actuaciones tan inútiles, en algunos casos, como levantar y tapar aceras por media España. El efecto duradero sobre el empleo y el crecimiento económico fue prácticamente nulo, mientras que la carga de la deuda seguía aumentando.
Quien crea empleo de forma duradera es la iniciativa privada a través de empresarios y autónomos, no la Administración Pública. Cuando se contrapone crecimiento a austeridad, ojalá se refiriesen a crear las condiciones necesarias para que la iniciativa privada tenga más facilidad en crear empresas y en crear empleo. Lamentablemente la mayoría de las decisiones adoptadas no parecen ir por ese camino.
Habría sido mucho más beneficioso para el empleo destinar los 8.000 millones del “Plan E” a pagar a proveedores de las AA.PP., que aumentar en dicha cuantía la deuda pública. Cuando las AA.PP. gastan más de lo que ingresan y no son capaces de financiar ese déficit convirtiéndolo en deuda financiera, se acaba transformando en deuda comercial.
Las AA.PP., principalmente CC.AA. y Ayuntamientos, priorizan los pagos a realizar: primero las nóminas, segundo la deuda financiera y por último el pago a proveedores. El principal incumplidor de la Ley de Morosidad que limita el plazo de pago a proveedores es la propia Administración Pública. El Plan de Pago a Proveedores aprobado durante este año ha sido un respiro, pero no ha resuelto el problema de raíz, ya que las AA.PP. siguen gastando por encima de sus ingresos.
El incremento del déficit público final registrado en 2010 desde el 9,3% hasta el 9,7% por la inclusión de facturas no contabilizadas por importe de unos 4.000 millones de euros es demoledor. Cuando las AA.PP. dejan de pagar a sus proveedores se produce un perverso efecto en cadena. El proveedor no puede hacer frente a sus compromisos, dejando de pagar a su vez a sus propios proveedores y, en muchos casos, forzándole a jibarizar el tamaño de la compañía, reduciendo el número de empleados, cuando no cerrando la empresa.
Ojalá cuando se hablara de políticas de crecimiento se refiriesen a financiar a las actividades productivas. Las empresas necesitan financiación para poder operar en el día a día por el desfase entre el periodo de cobro a los clientes, más aún si son AA.PP, y el periodo de pago a proveedores y empleados. Las medidas fiscales adoptadas hasta ahora no solo no facilitan la financiación de las empresas, sino que suponen una merma a su capacidad financiera.
Habría sido deseable que antes de subir el IVA, que las empresas y autónomos ingresan en Hacienda antes de cobrar, se hubiese modificado el criterio de devengo por el criterio de caja, de tal forma que no sean las empresas y autónomos, ya ahogados financieramente, los que financien a la AA.PP. adelantando el IVA no cobrado. Algo similar cabría decir de los incrementos de los pagos a cuenta del Impuesto sobre Sociedades.
¡Quién no va a estar a favor de políticas de crecimiento!, pero para que tengan éxito primero habrá que tener claro quién crea empleo duradero: las empresas y los autónomos.
Por austeridad se entiende reducir los gastos de las Administraciones Públicas, de tal manera que se rebaje el nivel de déficit público. Al recortar los gastos de las AA.PP. se produce, en un primer momento, una inevitable contracción del crecimiento, tanto más intensa cuanto más drástico sea el ajuste en el gasto. Una relajación del calendario de reducción del déficit público permitiría un descenso más suave del crecimiento económico (PIB), pero a cambio de aumentar la deuda pública y de solicitar financiación adicional por la cuantía en que se incremente el déficit.
Es difícil que alguien no esté a favor del crecimiento, pero los mensajes que se lanzan anteponiendo crecimiento a austeridad carecen de credibilidad. Si se entiende por crecimiento más gasto público, sólo tendremos crecimiento efímero a costa de un incremento de la pesada losa de la deuda pública. El absurdo “Plan E” (Plan de Estímulo de la Economía y el Empleo) sólo sirvió para enterrar 8.000 millones de euros en actuaciones tan inútiles, en algunos casos, como levantar y tapar aceras por media España. El efecto duradero sobre el empleo y el crecimiento económico fue prácticamente nulo, mientras que la carga de la deuda seguía aumentando.
Quien crea empleo de forma duradera es la iniciativa privada a través de empresarios y autónomos, no la Administración Pública. Cuando se contrapone crecimiento a austeridad, ojalá se refiriesen a crear las condiciones necesarias para que la iniciativa privada tenga más facilidad en crear empresas y en crear empleo. Lamentablemente la mayoría de las decisiones adoptadas no parecen ir por ese camino.
Habría sido mucho más beneficioso para el empleo destinar los 8.000 millones del “Plan E” a pagar a proveedores de las AA.PP., que aumentar en dicha cuantía la deuda pública. Cuando las AA.PP. gastan más de lo que ingresan y no son capaces de financiar ese déficit convirtiéndolo en deuda financiera, se acaba transformando en deuda comercial.
Las AA.PP., principalmente CC.AA. y Ayuntamientos, priorizan los pagos a realizar: primero las nóminas, segundo la deuda financiera y por último el pago a proveedores. El principal incumplidor de la Ley de Morosidad que limita el plazo de pago a proveedores es la propia Administración Pública. El Plan de Pago a Proveedores aprobado durante este año ha sido un respiro, pero no ha resuelto el problema de raíz, ya que las AA.PP. siguen gastando por encima de sus ingresos.
El incremento del déficit público final registrado en 2010 desde el 9,3% hasta el 9,7% por la inclusión de facturas no contabilizadas por importe de unos 4.000 millones de euros es demoledor. Cuando las AA.PP. dejan de pagar a sus proveedores se produce un perverso efecto en cadena. El proveedor no puede hacer frente a sus compromisos, dejando de pagar a su vez a sus propios proveedores y, en muchos casos, forzándole a jibarizar el tamaño de la compañía, reduciendo el número de empleados, cuando no cerrando la empresa.
Ojalá cuando se hablara de políticas de crecimiento se refiriesen a financiar a las actividades productivas. Las empresas necesitan financiación para poder operar en el día a día por el desfase entre el periodo de cobro a los clientes, más aún si son AA.PP, y el periodo de pago a proveedores y empleados. Las medidas fiscales adoptadas hasta ahora no solo no facilitan la financiación de las empresas, sino que suponen una merma a su capacidad financiera.
Habría sido deseable que antes de subir el IVA, que las empresas y autónomos ingresan en Hacienda antes de cobrar, se hubiese modificado el criterio de devengo por el criterio de caja, de tal forma que no sean las empresas y autónomos, ya ahogados financieramente, los que financien a la AA.PP. adelantando el IVA no cobrado. Algo similar cabría decir de los incrementos de los pagos a cuenta del Impuesto sobre Sociedades.
¡Quién no va a estar a favor de políticas de crecimiento!, pero para que tengan éxito primero habrá que tener claro quién crea empleo duradero: las empresas y los autónomos.
Fuente: Página web Cotizalia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario